Fue un viaje inolvidable, uno de los mejores fines de semana de mi vida. Después de once horas cruzando casi toda Alemania por aire y tierra- finalmente llegué al pueblito de mi hermana (Amberg). Salí del tren nerviosa, emocionada y llena de curiosidad buscando a esta "desconocida", mi hermana. Ella me pareció una chica bella, feliz y muy embarazada. Era mi hermana Patricia. Estaba en estado de shock, ella era perfecta, todo lo que podría imaginar. Ella me abrazó y gritaba y lloraba y yo todavía en shock. Yo estaba sonriendo pero no podía decir nada. Este era el momento que yo había estado esperando toda mi vida, nada más que un sueño, y ahora era realidad.
Era
como si ya nos conociéramos, aunque nunca antes nos habíamos visto. Inmediatamente
empezamos a hablar, hablamos sobre los últimos 21 años- familia, novios, amigos
y gustos-. Nunca nos sentimos incómodas, éramos como mejores amigas que no
sabían nada la una de la otra. El fin de semana consistió en hablar, comer, riendo.,
relajarse, y comer otra vez. Primero nos tomamos un desayuno típico de Baviera.
Pretzel’s, salchichas blancas y cerveza (sin alcohol) por supuesto. Rápidamente
yo aprendí que casi todos los platos tienen están compuestos de salchichas y
cerveza. Creo que estas cosas son las más importantes de la cultura bávara y por
eso me fue fácil enamorarme de ella.
Después
de una siesta, fuimos a la casa de la hermana de Martín (el prometido de mi
hermana). ¡Oh!, Martín es perfecto también. Me alegro mucho de que mi hermana
haya encontrado a un hombre como él. Él es cariñoso, divertido y un verdadero caballero
y su familia es igual. Ellos me hicieron sentir que estaba como en casa con mi
familia en los Estados Unidos. Después de nuestra visita, comimos otra vez,
casi dos horas comiendo y hablando. Mis dos cosas favoritas.
Al
día siguiente fuimos a un lugar que se llama Wallehala. Era un parque con unas
vistas preciosas. Hicimos un picnic mirando las vistas y hablando otra vez. Un
tarde perfecta. Luego fuimos otra vez a la casa de la hermana de Martín. Su
esposo nos hizo una cena "americana" de carnitas de cerdo, pan y
salsa hecha a mano. Estaba riquísimo. Después,
hablamos otra vez, y ¡más cerveza! Fue exactamente lo que necesitaba, tiempo con mi familia y una
noche relajada.
El
sábado era el día de la fiesta del bebé de mi hermana. Nosotras pasamos el día
juntas en la peluquería, yendo de tiendas, y andando por el pequeño bonito pueblo.
Yo compré un montón de adornos, algunos necesarios y otros no, pero todos
bonitos. Decoré la sala y en la fiesta conocí a sus amigas y a su hermana, todas
fueron amables y me dieron la bienvenida. Nosotras jugamos, hablamos y comimos.
Luego, por la noche fui con su prometido y su mejor amiga a una fiesta de
cerveza típica de Baviera. Había mucha gente, mucha música, mucho baile y,
claro, mucha cerveza. Fue muy divertido y una experiencia increíble. La cultura
de Baviera es distinta y muy guay, pero fue una lástima que mi hermana (embarazada)
no pudiera venir con nosotros.
En
mi último día, nosotros fuimos a un mercado al aire libre, y después al lugar
donde ellos se van a casar. Una iglesia muy bonita encima de una montana,
con una vista de toda la ciudad. Perfecto. Espero que pueda regresar para la
boda. Tuvimos un día bonito y otra cena muy rica con toda la familia. Hablando,
riendo , y comiendo otra vez. No quería dejar a mi hermana, a mi familia, a mi
sobrino.
Fue un fin de semana tan asombroso
y emocional, llenó de amor y familia. ¡Finalmente encontré a mi hermana y a mi futuro
sobrino! Algo que nunca pensaba que pasaría, pero estoy muy agradecida por ello.
Normalmente, viajo para encontrarme a mí misma, pero esta vez he encontrado a
mi hermana, una parte de mí misma y una parte de mi corazón. El viaje perfecto
que voy a recordar siempre.